Libros al viento.

TEXTO LÍRICO 4

Perdámonos más alla, más allá todavía
en las lomas de las piedras de bronce,
en las montañas negras de septiembre
en cuyas hondonadas
pronto alzarán los chopos sus hogueras.

Perdámonos o deja que me pierda
en ti, o acaso entre las tapias,
también de bronce,
de ese mínimo huerto.
Detrás veo un nogal
y a su sombra hallaríamos
tu paz y la mía.

Llévame, o tráeme, o piérdeme
por esta amarga y dulce tierra nuestra,
pero este anochecer del verano moribundo
no me saques del laberinto sin salida
de tus ojos.

Cuestiones generales

Se trata de...

El poema se centra en dos motivos clásicos en la lirica: el amor y la naturaleza, podrímos resumirlo como una exhortación hacia el ser amado para que se deje llevar por la pasión sin pensar en nada más, representando esta huída por la funsión con la naturaleza transformada en otoño.

La estructura externa está constituída por estrofas de cinco, siete y cinco versos cada una. Cada verso es una "línea poética" (LÓPEZ ESTRADA) de extensión y terminación libre.

 Internamente podemos subdividir el texto en tres partes que coinciden  con la externa. En la primera estrofa se expresa el deseo de perderse en las montañas con el  ser amado.
En la segunda parte se reitera la súplica, aunque se considera la posibilidad de perderse uno mismo en la intimidad del otro o de la naturaleza. Finalmente, en la tercera parte, se concluye con la súplica más trascendente, el ruego a la persona amada de que no le abandone. "no me saques del laberinto de tus ojos"

Comentario de la elocución:

Volviendo a la estructura externa del poema, quisiera resaltar el ritmo contrastado que se produce al emplear versos extensos y breves, así como encabalgamientos que acentúan la impresión de intensidad emocional. Este efecto es especialmente relevante en el verso 12 y sobre todo en el último verso "tu paz y la mía"/ "de tus ojos". Contribuye también a esta intensificación el empleo de las enumeraciones, las estructuras paralelísticas y las reiteraciones fónicas, acentuales y anafóricas: Perdámonos/ llévame o piérdeme/ tráeme/ deja que me pierda/ Más allá, más allá.

El uso del imperativo y del subjuntivo ponen de manifiesto la importancia de las funciones expresiva y apelativa, ya que el poema en su conjunto, puede considerarse como una exhortacion, un apostrofe apasionado y angustiado. No obstante, también se usan formas de indicativo: "alzarán", "veo", para referirse a la naturaleza como telón de fondo de la introspección emocional; en el sentido dado a la misma desde el petrarquismo.

   Es llamativo el escaso uso de la adjetivación, aunque cuando se utiliza tiene un valor muy acusado, de fondo, que aleja el texto de cualquier impresión ornamental o esteticista. Veámoslo en el caso de sintagmas como "mínimo huerto" (símbolo por antonomasia de la intimidad amorosa, en relación con el ""locus amoenus". Verano moribundo también es un adjetivo que dota al sustantivo de valores semánticos muy cargados referencialmente como final del amor y de la vida.

 Pero el poeta quiere presentarnos el otoño, reflejo y espejo de su propia situación amorosa, como un tiempo y un espacio declinante pero, al mismo tiempo de gran fuerza, quizá por ese mismo valor de transformación.  Elige para ello valores plásticos como el color negro y bronce y al mismo tiempo el sustantivo "hoguera" que nos sugiere los colores rojizos y encendidos de los meses otoñales, antes de la caída de las hojas. "Los huertos, las tapias y las hondonadas", son sustantivos situados en un mismo campo semántico que sugieren el valor de intimidad.  Encontramos un virtuema (POTTIER) confluyente en el sintagma complejo: laberinto sin salida de tus ojos", intimidad, pero también inquietud en este caso, provocadas por la dificultad que supone escapar y al mismo tiempo, el miedo de pensar incluso en salir "no me saques" dice.

  El  contraste entre vida y muerte del otoño, entre luz y oscuridad, se incrementa y clarifica mediante la antítesis creada entre los adjetivos. "amarga y dulce" (tierra nuestra") dotando además de un nuevo valor sensorial al poema.

3. Consideraciones pragmáticas, interpretación global y conclusiones.

Podemos interpretar globalmente el texto como la expresión del deseo íntimo de permanecer en el ser amado, de continuar esa unión atravesando las barreras y las transformaciones que se producen con el tiempo. El locutor se dirige directamente a ese ser amado y deseado en el que encuentra un lugar donde refugiarse y que es, además, compañero en la búsqueda de lugares mágicos y familiares para ambos, donde pueden encontrar paz y sosiego.

Esta visión del amor encuentrar sus raíces en la poesía mística y metafísica. Esa poesía de San Juan de la Cruz, de Alexandre y Cernuda, ya sea expresión del amor divino o humano, encuentran en él la paz. Es, además, una visión contemporánea del amor y del ser amado, este no es un objeto ajeno, un ideal imposible, es otro yo donde uno se pierde y se encuentra a sí mismo. Su aspecto físico carece de relevancia para el poema, sus ojos no se evocan por su belleza sino como una ventana al interior desde la cual puede acceder a esa  intimidad anhelada y anhelante.                                                              


La lectura nos arrastra a través de las emociones que nos presenta el poema, por la sensación de desprendimiento y abandono total,  por el vértigo de saberse perdidamente enamorado.

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