Los recuerdos de
aquella época, por acción del tiempo, se han uniformado y convertido en
detalles de un solo cuadro. Desaparecida la impresión que me produjeron en su
momento, limadas sus asperezas por la lija de nuevos sufrimientos, las
imágenes se mezclan, felices o luctuosas, en un plano único y sin relieve. Como
una danza lánguida vista en el fondo del espejo de un salón ochocentista y
provinciano, los recuerdos adquieren un aura de santidad que los transfigura y
difumina.
La casa estaba cerrada y ante la puerta un criado impedía el
paso a los visitantes. Aguardábamos a la intemperie, apiñados en la parte
delantera del jardín. De vez en cuando distinguíamos siluetas cruzando una
ventana. Tras la tapia en la calle, una muchedumbre se había reunido para
rendir el postrer homenaje al magnate. Un frío seco y un aire luminosos y
sereno hacían llegar con limpieza el lejano tañido de las campanas. Se oía
piafar a los caballos y golpes de cascos en la calzada. Se abre la puerta de la
casa. El criado se retiró y dio paso a un canónigo revestido de ornamentos
funerarios. Salieron dos monaguillos y corrieron a formar la hilera. El primero
llevaba un largo palo rematado por un crucifijo metálico. El canónigo tenía los
ojos clavados en el misal y entonaba un cántico sacro, coreado, desde dentro de
la casa por voces hondas. Iniciaron la procesión tras el canónigo marchaban
cuatro curas en doble columna. Luego aparecieron los maceros del ayuntamiento
con sus vestiduras medievales, sus pelucas y sus clavas doradas en forma de
devanadera.
Aspectos generales.
Este texto es un fragmento de prosa
narrativa, aunque la modalidad del discurso sea descriptiva. Podemos afirmar,
con cierta seguridad, que se trata de un fragmento descriptivo inserto en una
narración ya que está se presenta desde el foco de un narrador que introduce
unas circunstancias, se detiene en los detalles, en la situación, el lugar,
todos los elementos sensoriales que rodean el hecho singular al que se refiere,
pero el objetivo es narrar unos "recuerdos" como se presentan ya
desde las primeras palabras del texto. Debido a su carácter fragmentario no es
posible determinar la intención en toda su dimensión comunicativa. Debemos
tener en cuenta que la intención del hablante es el elemento esencial para
establecer la unidad del texto. Sin embargo, si nos es posible considerar el
fragmento como un todo, de cara a la realización de su análisis y comentario,
en la medida en que se plantean en el ciertos aspectos pragmáticos que
consideraré posteriormente.
Podemos resumir
el texto diciendo que la voz narrativa comenta brevemente la impresión de
uniformidad y extrañamiento que le producen los recuerdos del pasado, a
continuación, se centra en el recuerdo concreto de una procesión fúnebre, la de
un magnate, ante la cual se sitúa a sí mismo como un observador cercano y de
una clase social, aparentemente inferior.
La estructura
externa del texto responde a una división en dos párrafos cuyo contenido se
corresponde con la estructura interna. En el primer párrafo, más breve, se
presentan globalmente las impresiones subjetivas y emocionales que tienen para
el narrador una serie de recuerdos. Esta primera parte tendrá, por tanto, un
valor introductorio, de presentación. La segunda parte pasa a la narración
de los recuerdos, que tendrán continuidad en el texto completo.
En el nivel
fonológico no encontramos nada de especial relevancia, a mi juicio, podemos
decir que la prosa es fluida, sin resultar rápida. Las oraciones son todas
enunciativas y afirmativas por lo que no hay cambios en la entonación, la
extensión oracional es media, habiendo algunos casos de subordinación
"adquieren un aura de santidad que los transfigura y diferencia de la
coordinación: "la casa estaba cerrada y ante la puerta un criado impedía
el paso."
La sensación que produce este ritmo constante
de la prosa es la de una detención, clama, continuidad muy acorde con el
contenido del texto. Al predominar claramente la descripción, el autor busca
producir un efecto de estatismo, de detención en el tiempo; es esencial la
percepción unitaria de lo descrito que él miso nos subraya al decir que lo
recuerda "en un plano único y sin relieve". No puede haber
inflexiones, alteración en el tono que nos transmitiría, la idea de que el
recuerdo está todavía preñado de emociones, y no es así, es un recuerdo
uniformado" y que ya no produce emoción pues han sido ya limadas sus
asperezas, desaparecida la impresión que produjeron".
Lo que sí encontramos en el texto es una
extrema viveza (hipotiposis, empleando la expresión de CICERÓN en la retórica
clásica) Este viveza, intensidad y fuerza descriptiva se obtiene a través de
una gran variedad de recursos ante los que debemos detenernos:
En primer lugar,
la técnica que ha empleado el autor para presentar la descripción desde un
ángulo introspectivo, de valoración, de mirada lejana y enmarcando lo
descrito ante el lector/a como si crease una atmósfera de conjunto y pudiéramos
también nosotros percibirlo de este mismo modo, "desde el fondo de un espejo
de un salón ochocentista y provinciano"
En segundo lugar, me
gustaría hacer notar la riqueza sensorial con que se presentan los detalles al
lector/a. Hay referencias visuales como "distinguíamos siluetas cruzando
la ventana", táctiles, "apiñados"/ "un frío seco" y
auditivas "se oía el piafar de los caballos y los golpes de cascos"/
"entonaban un cántico sacro". Sutilmente, además, nos presenta la
situación en tres niveles, siempre desde la perspectiva del observador, a
saber: el ocupado por el propio narrador que se sitúa dentro de la escena pero
desde una cierta marginación, en el jardín, "aguardábamos apiñados en el
jardín"; en segundo lugar, de la muchedumbre, tras la tapia, y en el
nivel central, en el eje, se sitúan las personas que se encuentra entorno a las
"siluetas" que perciben tras la ventana, las voces hondas que se
corean "desde dentro". Esta separación va a romperse a partir del
momento clave que se enuncia con la oración: "se abrió la puerta de la
casa". A partir de aqui, empieza a toar forma esas figuras encabezadas por
el canónigo "revestido de ornamentos funerarios". El texto
dedica especial atención, a partir de este momento, a la descripción detallada
de los distintos personajes que van a encabezar la procesión y podemos deducir
que continuará en la misma dirección en las líneas siguientes.
La progresión
textual queda determinada por la sucesión de subtemas. En primer lugar y en la
parte introductoria el tema genérico de los "recuerdos". Para
referirse a ellos emplea adjetivos y participios: "desaparecida la
impresión", "limadas las asperezas". Destacaré la sinestesia:
"imágenes felices o luctuosas" y el sintagma: "aura de
santidad" que es una imagen muy expresiva en la línea del imaginario
poético del texto, con una fuerte impronta religiosa. También es muy útil para
crear la impresión global y sensorial, la comparación: "como una danza
lánguida" y la metáfora: "por la liga de nuevos sufrimientos".
En la segunda parte el texto progresa
presentando ya los espacios en los que ocurren los recuerdos evocados
previamente. La casa, el jardín, la tapia y la muchedumbre, la espera,
posteriormente la procesión.
Mete entre las expresiones estas propuestas
de Carmen: Sorprende la propuesta de este texto... También recomienda una
apertura original o muy marcada que distinga tu texto de los demás.
El lector o
lectora va desgranando del texto la información de la que puede deducir, en un
proceso inferencial (WILSON), ciertos datos que no están explícitos todavía.
Podemos considerar como plausible, la posibilidad de que exista una relación
entre el personaje -narrador/a que observa desde el jardín de la casa, y las
personas que se encuentran en el interior, incluyendo el difunto. Pero el no
conocer esta relación produce un efecto de suspensión, de misterio. Ese
misterio, unido a la sensación de extrañamiento, de cierta ensoñación de lo
evocado, sin duda despierta la curiosidad del lector o lectora, tanto como el
placer estético ante la belleza del lenguaje, sin gran complejidad léxica ni
ornamental pero cuidadosamente seleccionado para producir un intenso
efecto de viveza sensorial. El estilo se corresponde a un tejido de impresiones
claramente asociable con la narrativa de la primera mitad del siglo XX, por su
detallismo y por ciertas expresiones como "amor de santidad",
"postrero homenaje", incluso por el tema en sí de la procesión.
Para el lector o lectora actual resulta doblemente interesante la impresión de
observar una escena que se desenvuelva desde una perspectiva ya lejana en el
tiempo y que ocurre en un plano aún más distante como a traveś del espejo
duplicado de dos épocas, y con sus fantasmas desfilando a través de nuestra
imaginación.
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