Qué raro es ser poeta
Encontrarse de pronto una mañana
con el mundo feliz, recién creado,
pisando, balbuciendo
para que alguien le bese y le descifre
Y ese alguien , el llamado
-¿es posible?- soy yo
Qué extraño es ser amante
Encontrarse una tarde, casi noche
que la luz de unos ojos,
el temblor de una mano dulce y ciega,
que sí, que era verdad. Y así -como la ola
que al mar le turge, estalla, rompe en dicha
de efervescida espuma-
del abismo oceánico del pecho
nos sube, crece, alumbra a flor de labios
un nombre de mujeres
y unas alas: "te quiero"
¡Oh! maravilla atónita
Poesía del amor
Amor de la poesía
Y yo el doble elegido, regalado.
Aspectos generales:
Nos encontramos ante un texto lírico (ver caracterización
general del género)
Podemos resumirlo diciendo que presenta ante nosotros una
doble emoción, la de ser poeta y la de estar enamorado, ambas se consideran
como un regalo para la persona.
La estructura interna del poema se corresponde
con la correspondencia externa. Podemos dividirlo en tres partes por su
contenido que se asocian respectivamente con las tres estrofas que lo
constituyen. La primera estrofa es de siete versos, de extensión variable y
trata sobre la condición de poeta y la búsqueda del amor a través de ella. En
la segunda estrofa, de 11 versos, se reflexiona líricamente sobre la condición
de amante y las emociones que produce estar enamorado. La tercera estrofa es
una conclusión en la que se engarzan ambos sentimientos en una plano conceptual.
Análisis de la elocución:
Desde el punto de vista fonológico el primer aspecto
que llama nuestra atención es el uso del verso libre o línea poética (Estrada)
de carácter fluyente y cercana a la prosa por el uso del encabalgamiento,
acusado especialmente en la segunda estrofa. Las oraciones son enunciativas en
su mayoría, aunque se emplea el tono exclamativo sin marcaciones en el comienzo
de cada estrofa de modo que se acentúa la altura tonal. También se emplea la
interrogación. Estos cambios son indicativos del tipo de discurso, de carácter
emocional y por otra parte, resultado de una introspección y una elaborada
reflexión como lo prueba el uso intencionado de los signos de puntuación
mencionados poco empleados en la lírica hasta el siglo XX. Incluso se emplean
signos como los guiones para introducir aclaraciones, algo muy propio de un
estilo contemporáneo y que se consideraría absolutamente prosaico antes de la
revolución del modernismo y sobre todo las vanguardias. Resulta especialmente
significativa la decisión de emplear estos signos delante de
una imagen de gran plasticidad como si se tratara de una explicación prosaica.
Tanto este uso de la puntuación como su falta en el sintagma exclamativo
marcado por la interjección: "oh maravilla atónita",
producen un efecto de "extrañamiento" (SKOLOVSKI) Este buscado efecto
está, a mi juicio, determinado por el deseo del poeta no sólo de llamar nuestra
atención sobre la forma, romper el hábito lingüístico, sino también de recrear
en el texto la propia sensación de extrañeza, de novedad que le producen las
sensaciones y emociones que intenta describirnos. De hecho emplea las
expresiones "qué raro" y "qué extraño" para referirse a
ellas.
Las reiteraciones producen los efectos rítmicos de
recurrencia que son característicos de este género literario. La oración con la
que se inicia la primera y la segunda estrofas tienen idéntica estructura:
"qué raro es ser poeta", "que extraño es ser amante". Y
continúan ambas con el mismo verbo "encontrarse", esta anáfora genera
el enlace entre ambas. También es relevante, tanto desde el punto de vista fónico
como desde el sintáctico, el entrecruzamiento o quiasmo. Así lo vemos entre los
versos 20 y 21: "Poesía de amor". "Amor de la poesía". Por
otra parte, sintácticamente, es importante señalar la compleja estructuración
de las oraciones. Escoge lo esencial, los predicados nominales que buscan la
definición, seguidos de construcciones de subordinación y en la última estrofa,
una serie de sintagmas sin verbos que vuelven a incidir sobre el efecto nominal
definitorio y esencial de lo que se quiere transmitir, evitando la anécdota.
"Encontrarse una mañana", " Encontrarse una tarde" nos
dice, empleando la forma impersonal. El suceso cobra autonomía, la
impersonalización lo esencializa. Frente a ello está el sujeto "yo"
que se presenta a sí mismo con asombro: "¿Es posible?",
"Soy yo", dice, y más tarde, cerrando el poema: "Y yo, el doble
elegido. El uso del pronombre personal contrasta con el indefinido:
"alguien", subrayando la idea de que el poeta se ve a sí mismo desde
fuera.
Se emplea variedad de tiempos y formas
verbales, con una significativa presencia del verbo ser y de las formas no
personales en infinitivo y gerundio (encontrarse, pisando, balbuciendo,
ser...). En el verso 16 hay una enumeración verbal de gran expresividad:
"nos sube, crece, alumbra". El uso del presente en este caso es una
elección deíctica que refuerza la intensidad de la emoción que se describe.
También se usa el presente de subjuntivo. "bese",
"descifre", con intención de mostrar la dependencia emocional.
La riqueza figurativa es evidente. Especialmente en
la segunda estrofa, en la que encontraos sinestesias: "mano dulce y
ciega" y metáforas: "abismo oceánico del pecho", " flor de
labios". También un simil que crea una imagen de gran belleza: la emoción
sube "como la ola, estalla, rompe en dicha de efervescida espuma", Frente
a este uso simbólico, irracional (BOUSOÑO) de la lengua, hay un uso de la misma
mucho más directo, sencillo e incluso conversacional en otros versos, que busca
la comunicación con el lector, que busca ante todo ser comprendido. La propia
valoración ¡qué raro!, ¡qué extraño!, acentuaría este valor conversacional.
La expresión "te quiero", si bien enmarcada por la
sucesión de recursos semánticos quiere resumir el significado global del
poema empleando las palabras más eternamente usadas para hacerlas sonar de un
modo nuevo, intenso y renacido.
Interpretación global y consideración pragmática:
Es este un poema moderno, contemporáneo, como se aprecia en
el uso libre y creativo de la versificación y de la puntuación textual. Esta
modernidad también puede observarse por el modo en que se construyen las
secuencias oracionales y el lenguaje simbólico. Un poema así no podría haberse
escrito antes de que los románticos, y después el simbolismo y el modernismo,
dejaran su huella en nuestro lenguaje poético. Se puede apreciar en el
texto la posible influencia de poetas que han mostrado en su evolución estas
influencias, yendo de la lírica modernista a la poesía más esencialista y
trascendente, como en el caso de Juan Ramón Jiménez y otros poetas
contemporáneos posteriores.
El texto se dirige al lector intentando integrarle en
él. Dice: "Nos sube a flor de labios un nombre de mujer y unas alas:
"te quiero". Aquí el lector o lectora puede identificarse con el
poeta y en esa sensación que nace de dentro y que producen emociones intensas
hasta decir "te quiero". EL poeta sabe que este es un sentimiento
universal y busca esa comunicación y más aún esa comunión con el lector. Parte,
eso sí, de una reflexión sobre sí mismo, sobre su condición de poeta y ser
humano que contempla. La perspectiva del poeta como individuo introspectivo
"que se para a contemplar su estado" (tiene una larga tradición
en la poesía amorosa, usando la expresión acuñada por Petrarca). Aquí, el
lector encuentra, a mi modo de ver, el aliciente de que se trata de una
descripción de emociones positivas: no hay dolor, no hay melancolía, emociones
más frecuentes en la lírica amorosa; por el contrario, hay júbilo y
asombro ante la sensación de plenitud: Califica la poesía del amor, tanto como
el amor a la poesía como "maravilla atónita", se siente pleno de
emoción al poder expresar con palabras el
júbilo de sentirse vivo, exaltado, nuevo, en definitiva, enamorado.
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