Libros al viento.

TEXTO LÍRICO 10.

Qué raro es ser poeta
Encontrarse de pronto una mañana
con el mundo feliz, recién creado,
pisando, balbuciendo
para que alguien le bese y le descifre
Y ese alguien , el llamado
-¿es posible?- soy yo

Qué extraño es ser amante
Encontrarse una tarde, casi  noche
que la luz de unos ojos,
el temblor de una mano dulce y ciega,
que sí, que era verdad. Y así -como la ola
que al mar le turge, estalla, rompe en dicha
de efervescida espuma-
del abismo oceánico del pecho
nos sube, crece, alumbra a flor de labios
un nombre de mujeres
y unas alas: "te quiero"

¡Oh! maravilla atónita
Poesía del amor
Amor de la poesía
Y yo el doble elegido, regalado.

Aspectos generales:

Nos encontramos ante un texto lírico (ver caracterización general del género)


Podemos resumirlo diciendo que presenta ante nosotros una doble emoción, la de ser poeta y la de estar enamorado, ambas se consideran como un regalo para la persona.

 La estructura interna del poema se  corresponde con la correspondencia  externa. Podemos dividirlo en tres partes por su contenido que se asocian respectivamente con las tres estrofas que lo constituyen. La primera estrofa es de siete versos, de extensión variable y trata sobre la condición de poeta y la búsqueda del amor a través de ella. En la segunda estrofa, de 11 versos, se reflexiona líricamente sobre la condición de amante y las emociones que produce estar enamorado. La tercera estrofa es una conclusión en la que se engarzan ambos sentimientos en una plano conceptual.

Análisis de la elocución:

 Desde el punto de vista fonológico el primer aspecto que llama nuestra atención es el uso del verso libre o línea poética (Estrada) de carácter fluyente y cercana a la prosa por el uso del encabalgamiento, acusado especialmente en la segunda estrofa. Las oraciones son enunciativas en su mayoría, aunque se emplea el tono exclamativo sin marcaciones en el comienzo de cada estrofa de modo que se acentúa la altura tonal. También se emplea la interrogación. Estos cambios son indicativos del tipo de discurso, de carácter emocional y por otra parte, resultado de una introspección y una elaborada reflexión como lo prueba el uso intencionado de los signos  de puntuación mencionados poco empleados en la lírica hasta el siglo XX. Incluso se emplean signos como los guiones para introducir aclaraciones, algo muy propio de un estilo contemporáneo y que se consideraría absolutamente prosaico antes de la revolución del modernismo y sobre todo las vanguardias. Resulta especialmente significativa la decisión  de emplear estos signos  delante  de una imagen de gran plasticidad como si se tratara de una explicación prosaica. Tanto este uso de la puntuación como su falta en el sintagma exclamativo  marcado por la interjección: "oh maravilla  atónita", producen un efecto de "extrañamiento" (SKOLOVSKI) Este buscado efecto está, a mi juicio, determinado por el deseo del poeta no sólo de llamar nuestra atención sobre la forma, romper el hábito lingüístico, sino también de recrear en el texto la propia sensación de extrañeza, de novedad que le producen las sensaciones y emociones que intenta describirnos. De hecho emplea las expresiones "qué raro" y "qué extraño" para referirse a ellas.

 Las reiteraciones producen los efectos rítmicos de recurrencia que son característicos de este género literario. La oración con la que se inicia la primera y la segunda estrofas tienen idéntica estructura: "qué raro es ser poeta", "que extraño es ser amante". Y continúan ambas con el mismo verbo "encontrarse", esta anáfora genera el enlace entre ambas. También es relevante, tanto desde el punto de vista fónico como desde el sintáctico, el entrecruzamiento o quiasmo. Así lo vemos entre los versos 20 y 21: "Poesía de amor". "Amor de la poesía". Por otra parte, sintácticamente, es importante señalar la compleja estructuración de las oraciones. Escoge lo esencial, los predicados nominales que buscan la definición, seguidos de construcciones de subordinación y en la última estrofa, una serie de sintagmas sin verbos que vuelven a incidir sobre el efecto nominal definitorio y esencial de lo que se quiere transmitir, evitando la anécdota. "Encontrarse una mañana", " Encontrarse una tarde" nos dice, empleando la forma impersonal. El suceso cobra autonomía, la impersonalización lo esencializa. Frente a ello está el sujeto "yo" que se presenta a sí mismo con asombro:  "¿Es posible?", "Soy yo", dice, y más tarde, cerrando el poema: "Y yo, el doble elegido. El uso del pronombre personal contrasta con el indefinido: "alguien", subrayando la idea de que el poeta se ve a sí mismo desde fuera.

  Se emplea variedad de tiempos y formas verbales, con una significativa presencia del verbo ser y de las formas no personales en infinitivo y gerundio (encontrarse, pisando, balbuciendo, ser...). En el verso 16 hay una enumeración verbal de gran expresividad: "nos sube, crece, alumbra". El uso del presente en este caso es una elección deíctica que refuerza la intensidad de la emoción que se describe. También se usa el presente de subjuntivo. "bese", "descifre", con intención de mostrar la dependencia emocional.

 La riqueza figurativa es evidente. Especialmente en la segunda estrofa, en la que encontraos sinestesias: "mano dulce y ciega" y metáforas: "abismo oceánico del pecho", " flor de labios". También un simil que crea una imagen de gran belleza: la emoción sube "como la ola, estalla, rompe en dicha de efervescida espuma", Frente a este uso simbólico, irracional (BOUSOÑO) de la lengua, hay un uso de la misma mucho más directo, sencillo e incluso conversacional en otros versos, que busca la comunicación con el lector, que busca ante todo ser comprendido. La propia valoración ¡qué raro!, ¡qué extraño!, acentuaría este valor conversacional.  La expresión "te quiero", si bien enmarcada por la  sucesión de recursos semánticos quiere resumir el significado global del poema empleando las palabras más eternamente usadas para hacerlas sonar de un modo nuevo, intenso y renacido.

   Interpretación global y consideración pragmática:

Es este un poema moderno, contemporáneo, como se aprecia en el uso libre y creativo de la versificación y de la puntuación textual. Esta modernidad también puede observarse  por el modo en que se construyen las secuencias oracionales y el lenguaje simbólico. Un poema así no podría haberse escrito antes de que los románticos, y después el simbolismo y el modernismo, dejaran su huella en nuestro lenguaje poético.  Se puede apreciar en el texto la posible influencia de poetas que han mostrado en su evolución estas influencias, yendo de la lírica modernista a la poesía más esencialista y trascendente, como en el caso de Juan Ramón Jiménez y otros poetas contemporáneos posteriores.

 El texto se dirige al lector intentando integrarle en él. Dice: "Nos sube a flor de labios un nombre de mujer y unas alas: "te quiero". Aquí el lector o lectora puede identificarse con el poeta y en esa sensación que nace de dentro y que producen emociones intensas hasta decir "te quiero". EL poeta sabe que este es un sentimiento universal y busca esa comunicación y más aún esa comunión con el lector. Parte, eso sí, de una reflexión sobre sí mismo, sobre su condición de poeta y ser humano que contempla. La perspectiva del poeta como individuo introspectivo "que se para a contemplar su estado"  (tiene una larga tradición en la poesía amorosa, usando la expresión acuñada por Petrarca). Aquí, el lector encuentra, a mi modo de ver, el aliciente de que se trata de una descripción de emociones positivas: no hay dolor, no hay melancolía, emociones más frecuentes en la lírica amorosa;  por el contrario, hay júbilo y asombro ante la sensación de plenitud: Califica la poesía del amor, tanto como el amor a la poesía como "maravilla atónita", se siente pleno de emoción al poder expresar con palabras el júbilo de sentirse vivo, exaltado, nuevo, en definitiva, enamorado.


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